lunes, noviembre 30, 2015

Llegamos a la Tierra sin creencias

Al nacer, nacemos sin creencias, con curiosidad, con dudas, con la búsqueda, las ganas de indagar de un niño, no nacemos con creencias. Cuando nacemos, no somos budistas, ni cristianos, no somos católicos, ni judíos. Todos llegamos con miles de preguntas, el cuestionamiento es un don de Dios.
Al ser niños, no dudamos del Amor, el amor también es un don de Dios, lo traemos con nosotros. Cada niño es amoroso, muy sensible con respecto al amor. Al ser niños somos sensibles y sabios, esa sabiduría interna, que sabe, que confía, que sonríe si le sonríes. Todos de niños sabemos algo acerca del amor.
No debemos dudar del amor, no debemos estar en conflicto con él, podríamos comenzar a reprimirlo, si comenzamos a dudar del amor nos volveremos incapaces de amar, nos llevará a cerrarnos. En el momento que el amor se encapsula está perdido, porque perdemos el puente entre nosotros y la existencia. Nuestra vida se puede volver árida como un desierto, seca, no tendría jugo, se acabará el florecimiento en nuestra vida, nada verde, algo seco y duro. Es inevitable que la vida sea árida, desértica, si no tienes amor en ti.
 Dice el Desiderata: "No seas cínico en el amor, pues en medio de todas las arideces y desengaños, perenne como la hierba..."
Medita sobre esto... el amor es tan perenne como la hierba en medio de la aridez y el desengaño".
El amor es la única experiencia que trasciende la muerte, el amor es la única experiencia en la que desaparece el tiempo, entras en meditación de manera natural.

Om Shanti!

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