domingo, diciembre 16, 2018

EL PENSAMIENTO: el arma más poderosa

El arma más potente y más delicada que se está revelando hoy en día es la fuerza del pensamiento. Muchos científicos sostienen que estamos interconectados a nivel humano en un solo campo, y así como hay un campo de electricidad y magnetismo y un campo de fuerza de gravedad, también existen otros campos de fuerzas. Existimos en una red de fuerzas que nos conectan. La fuerza del pensamiento es inmensa y su espacio de acción es la red de conexión entre nosotros: uno puede pensar y otro de repente capta el pensamiento, uno siente un deseo en su corazón y este se manifiesta en el otro.

No obstante, nos hacen falta dos cosas para ver la imagen completa: una es el conocimiento de que nosotros somos quienes activamos la red constantemente, y la otra es el conocimiento sobre cómo activar la red a nuestro favor y de forma consciente. “Así como los órganos del cuerpo no podrán existir ni un momento sin corazón”, “tampoco los pueblos podrán existir en el mundo sin una fuerza superior”. Y, ¿cómo debemos actuar debidamente en la red? Muy simple. Demostrar amabilidad, proyectar afecto, sonreír, respetar, no ser despreciativos, no pisotear. Si cada uno de nosotros refina su actitud hacia el otro, estaremos ya en un comienzo acertado. Lo que se nos exige es tener un anhelo mínimo de estar en unión.

Los pensamientos de unión que proyectemos por encima de los pensamientos egoístas innatos en nosotros despertarán una fuerza positiva en la red de conexión entre nosotros, una fuerza capaz de neutralizar gradualmente el odio y llevar a un equilibrio. Esa es la fuerza que nos protegerá y nos conducirá a un futuro mejor.

No dejen que las dudas les ganen; un pequeño pensamiento de su parte a favor de la conexión entre los seres humanos puede realizar un cambio inmenso. La fuerza del pensamiento es el arma más poderosa y es capaz de crear un cambio gigante en la red.
M. Laitman
Om Shanti!

lunes, diciembre 10, 2018

El estrés/ el ego

El origen del estrés: El ego humano

El origen del estrés, tanto como de todas las enfermedades e infortunios que rigen nuestras vidas, tienen su origen en el ego, la parte de la naturaleza humana que constantemente nos empuja a alcanzar lo inalcanzable.

La persona está constituida por el  deseo de recibir placer. Hay una sensación de calma y satisfacción si se recibe placer. Sin embargo, nuestro deseo por obtener placer crece constantemente de generación en generación y, de manera proporcional, también la demanda de llenado que multiplica los esfuerzos que necesitamos hacer para alcanzar nuestras metas. Este es el proceso que marca la tendencia de la vida, volviéndonos cada vez más estresados con el paso de los años.   

Actualmente estamos bombardeados por presiones externas de los medios de comunicación, del internet, de todas las fuentes del entorno que dictan los estándares que esperamos alcanzar: viajar a lugares exóticos o divertidos, alcanzar el mayor éxito profesional, respeto y admiración de nuestros compañeros. En conclusión, somos motivados a cada momento para sobresalir respecto a los demás a cualquier costo. Con todos queriendo escalar la misma montaña, nos vemos obligados a construir nuestro éxito sobre los fracasos de los demás. Como resultado de la constante presión de esta competencia implacable vivimos bajo estrés permanente.

Al vivir como lo hacemos, en una sociedad que está totalmente controlada por el egoísmo, no podemos escapar de esta presión, ni siquiera cerrando nuestros ojos o yéndonos a alguna otra parte. El estrés nos persigue sin importar lo que hagamos para escapar. Ni los antidepresivos, ni los sedantes -tan frecuentes en la sociedad actual- pueden borrar el dolor emocional. 

¿Por qué nuestro mundo está construído sobre una naturaleza egoísta que nos obliga a competir unos con otros?

El estrés sirve para llevarnos a la conciencia de nuestra naturaleza egoísta y ver sus consecuencias negativas que nos afectan en todos los niveles. Finalmente llegaremos a la desilusión y al reconocimiento de nuestra imposible situación para entender que debemos restablecer nuestros valores y dejar la carrera sin fin que estamos haciendo. Luego buscaremos urgentemente una ruta distinta y probaremos una nueva clase de placer en un lugar completamente diferente.

Este lugar de placer duradero, que es verdaderamente alcanzable y sostenible, está oculto en el entorno. Este es el campo fértil donde podemos construir relaciones que nos alimenten mientras alimentamos a otros, creando un campo magnético positivo que ilumine nuestro entorno.

En un entorno que valora las relaciones de solidaridad y mutuo entendimiento por encima de las divisiones, seguiremos compitiendo para recibir satisfacción, pero de una manera totalmente nueva. Quien beneficie al prójimo en mayor medida será considerado el más exitoso. El placer de otorgar a otros es mucho más intenso que cualquier llenado egoísta y no conduce al estrés. De hecho, cuanto más damos, más disfrutamos.

Om Shanti

lunes, diciembre 03, 2018

Taller Gyan Chaupad o el juego de Leelah

Leela significa literalmente jugar, y es la palabra que se usa comúnmente en la India para el juego de lo Divino (Gyan Chaupad). Este punto de vista, naturalmente, asume que hay un Divino; que habiendo 'creado' el universo, está activamente involucrado en los asuntos de su creación; y que para Él todos los acontecimientos del universo que a veces tomamos tan en serio son un mero juego. El juego consiste en formas cambiantes y nuevas experiencias, algo así como lo que sucede en una pantalla de cine. Ya que Vedanta ve el mundo material como una manifestación de lo Divino, el juego consiste esencialmente en que lo Divino se crea y se recrea. Como dice Sri Aurobindo, lo Divino es "Él mismo el juego, Él mismo el jugador, Él mismo el patio de recreo".