lunes, abril 28, 2014

Al releerte...

Ludmila Osa L. 

Tengo esta costumbre de releer lo que escribo y lo que me escriben, con la idea constante de encontrar algo nuevo, algo que se me escapo o no entendí en el primer momento, con la adrenalina a todo lo que da!, puede ser que sea para encontrar una nueva perspectiva. Al releerte me reconozco en el extrañar, en la adaptación paciente, a veces desesperante, de una nueva forma de estar cada día en el ir y venir..., también en el intento de poner las necesidades como prioridad, y sus límites…, percibo la honestidad, lo amorosos…, dolorosamente respetuosos, no puedo dejar de sentir, aún dentro de todo esto, aquí..., la cercanía es algo que he llegado a entender..., es tan fácil, este entramado de nuestras almas…, a veces siento el encuentro, lo siento, por que no logro comprenderlo, como se encontraron?. Yo creo que ellas tienen un plan diferente, se encontraron y se cayeron bien…, y lo vuelven a repetir, en ese espacio habitan…, donde a pesar de todo, persiste esta sensación del encuentro, la llamo sensación, por que no logro identificarla como un sentimiento, es algo más, algo que es suave…, cálido, algo tan sutil que se arraigó muy adentro, por desgracia en la cotidianidad se diluye, se pierde…, las exigencias de la vida la asfixian. Sensaciones tan suaves deberían tener planos de realidad acordes para poder estar, en el simple goce de estar..., para ellas eso es suficiente, se vuelven a reconocer saliéndose de esta jungla…

Al vivir estos momentos, todo vuelve a tener sentido..., la frase tan trillada " el amor incondicional es lo que mueve al mundo..." recupera para mi su fuerza, …el encuentro suave con el otro, que desde la misma fuerza trata de sostenerse; es enriquecedor, no obstante aún envidio a los que comprenden esta jungla, se saben mover en ella y logran vivir en esa constante..., todos los días trato de aprender, de vencer mis límites para poder estar también en esta jungla..., aunque no dejo de añorar que en los momentos sin ganas de seguir, se pudieran traspasar las necesidades, como la neblina, se pudieran desdibujar, para que solo quedaran las almas y los encuentros, sin exigencia, sin excelencia, y volverme a mirar en esos ojos (jor) que se dicen tanto sin hablar…



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